Clasificación de los ecosistemas

Clasificación de los ecosistemas

Dentro del gran ecosistema que forma la Tierra podemos encontrar diferentes conjuntos de seres vivos que conviven en mayor o menor grado de armonía en un determinado espacio. A esto se le denomina ecosistema. En esta lección de unPROFESOR revisaremos qué es un ecosistema y por qué es importante conservar cada una de sus partes, además de hacer un breve repaso por los seis tipos principales de ecosistemas que podemos encontrar en nuestro planeta. Aquí tienes una clasificación de los ecosistemas para que puedas conocer mejor cómo funciona el planeta Tierra donde vivimos.

¿Qué es un ecosistema?

Un ecosistema es el conjunto formado por los seres vivos que habitan una determinada comunidad, es decir, todos los seres vivos (animales, plantas, bacterias, hongos, etc.) que podemos encontrar en un lugar y las relaciones que se producen entre ellos y con el medio en el que habitan (comunidad).

Es importante tener claro que un ecosistema no se compone solo de las plantas y los animales de un lugar si no que también entran en juego muchos más componentes de los que dependerá su vida diaria: desde componente vivos (componentes bióticos) como las bacterias o los hongos que habitan en el suelo, el agua y el aire a otros inertes como el mismo suelo del que se nutren las plantas o la temperatura que tienen que soportar todos los seres vivos que vivan en un determinado lugar (componentes abióticos). Tanto los componentes bióticos como los componentes abióticos son importantes dentro de un ecosistema ya que, la vida de unos depende de los otros.

Existen diferentes tipos de ecosistemas con sus características y a continuación vamos a presentarte la clasificación más habitual que se realiza en biología.

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Clasificación de los ecosistemas: acuáticos y terrestres

Cuando hablamos de la clasificación de los ecosistemas podemos hacer una primera clasificación, muy lógica e intuitiva de acuerdo a si está formado, en su mayoría, por agua o tierra.

Ecosistemas acuáticos

En el planeta Tierra, los ecosistemas acuáticos, en especial los marinos, cuentan con gran extensión y riqueza de especies. De hecho se piensa que en los mares y océanos hay gran cantidad de especies nuevas, que todavía no hemos descubierto. Los ecosistemas acuáticos se pueden dividir en dos grandes grupos: ecosistemas marinos y ecosistemas dulceacuícolas.

Los ecosistemas marinos son los que podemos encontrar en los mares y océanos, es decir, en grandes extensiones de agua salada mientras que los dulceacuícolas son los propios de ríos, lagos, pozos, lagunas y cualquier extensión de agua que no sea salada.

Ecosistemas terrestres

En el otro lado de la balanza se encuentran los ecosistemas terrestres, que se caracterizan porque hay una gran extensión de tierra para soportar la vida animal y vegetal. Los ecosistemas terrestres son muy variados, pero los podemos clasificar fundamentalmente en tres grupos: desérticos, de montaña o forestales.

Dentro de estos podemos encontrar diferentes subgrupos según los componentes bióticos o abióticos que los caractericen (altitud, temperaturas, vegetación, etc).

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Ecosistemas dulceacuícolas

Los ecosistemas formados por masas de agua con baja concentración de sal (agua dulce) se denominan ecosistemas dulceacuícolas. Dentro de los ecosistemas dulceacuíolas podemos definir tres subgrupos:

  • Ecosistemas lénticos. Se caracterizan por ser masas de agua de diferente tamaño, con poco o nulo movimiento del agua como los lagos, lagunas, estanques, charcos y pozos. En este tipo de ecosistemas, la renovación de oxígeno es muy pobre y en ciertos casos hay gran estratificación y podemos ver los animales y plantas distribuidos en diferentes niveles de profundidad (estratos).
  • Ecosistemas lóticos. Es el tipo de ecosistemas formado por los ríos y se caracterizan por basarse en masas de agua de un tamaño medio, con gran movimiento debido a las corrientes, la gravedad y los desniveles e irregularidades del paisaje.
  • Humedales. Los humedales se caracterizan por ser ecosistemas que, aunque presentan tierra firme, esta suele estar muy húmeda y embarrada ya que, como su nombre indica, son lugares con una alta humedad (tanto del suelo como en el aire).

Los ecosistemas acuáticos dulceacuícolas están caracterizados por la presencia de plantas altamente adaptadas como las algas o la vegetación de ribera. Además, soportan gran cantidad de vida animal, tanto de pequeños vertebrados e invertebrados (insectos, crustáceos, peces, etc.) como animales de mayor envergadura como algunos tipos de tiburones, esturiones o rayas.

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Ecosistema marino

Los ecosistemas marinos son de gran importancia en nuestro planeta ya que más de un 70% del mismo está cubierto por agua. Hay gran cantidad de ecosistemas marinos, que se clasifican principalmente según la profundidad respecto al nivel terrestre y con los animales o vegetales más característicos del mismo. ç

Un ejemplo son los arrecifes de coral, que giran en torno a diferentes especies de coral marino; otro ejemplo es el de las fumarolas marinas, que se caracterizan por estar a gran profundidad, soportar grandes presiones y se produce la expulsión de materiales y sustancias desde el fondo marino.

Ecosistema desértico: los desiertos

El primer tipo de ecosistema terrestre es el desierto o ecosistema desértico. Este ecosistema está caracterizado por las bajas precipitaciones y la gran amplitud térmica. Esto hace que los animales y plantas que aparecen estén muy adaptados a dicho medio: las plantas tienen hojas pequeñas y finas, con poca superficie para evitar la pérdida de agua, y algunas tienen depósitos de agua como los cactus. Los animales por su lado también generan depósitos de agua en sus cuerpos, que les permiten migrar o recubren sus cuerpos de sustancias que eviten la pérdida de agua.

Estos ecosistemas son muy frágiles a la pérdida de plantas y animales ya que estos están muy adaptados a las condiciones concretas que se presentan en los diferentes desiertos: el desierto del Gobi, que se extiende por China y Mongolia, no tiene los mismo animales que los desiertos africanos.

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Ecosistema forestal: los bosques

El ecosistema forestal o de bosques se caracteriza por tener abundante y, en algunas ocasiones, muy variada vida vegetal. Los ecosistemas forestales se caracterizan por tener precipitaciones suficientes como para soportar gran cantidad de animales y plantas, que dependerán en gran medida de la latitud y la altitud:

  • Selva. Se caracteriza por estar en zonas cálidas o tropicales, cercas del ecuador. Con lluvias abundantes y temperaturas suaves, con poca amplitud térmica. En este tipo de ecosistemas hay gran cantidad y variedad de plantas (árboles, arbustos, matas y hierbas) y de animales (aves, insectos, mamíferos ¡y todo lo que puedas imaginar!)
  • Bosque templado. Se caracteriza por estar en zonas templadas y tener un aporte de lluvias abundante, más o menos constante, y unas temperaturas medias, con algo de amplitud térmica y la aparición de estaciones. Estos bosques pueden estar formados por un tipo mayoritario de árbol (como los bosques de coníferos) o ser mixtos. Este tipo de bosques albergan gran variedad de animales, aunque no son muy visibles ya que suelen vivir en el suelo, entre los árboles o incluso tener hábitos nocturnos.
  • Bosque seco. Este tipo de bosques se caracterizan por tener abundantes precipitaciones, que se concentran en una época del año (estación lluviosa) mientras que el resto del año la lluvia es más bien inexistente (estación seca). Estos bosques son en su mayoría los bosques caducifolios, tropicales y subtropicales y en ellos podemos encontrar gran cantidad de aves y mamíferos.
  • Taiga. La taiga es el ecosistema forestal más extremo ya que se presenta en regiones de gran latitud o altitud del planeta, donde hay pocas precipitaciones líquidas (lluvia) y gran amplitud térmica. En algunos de estos lugares, la vida de las plantas se ve limitada a solo cuatro meses al año y los animales se ven obligados a hibernar para superar largos periodos de frío y hambruna.

Ecosistemas montañosos

Los ecosistemas montañosos son aquellos que se encuentran en montañas de una altitud media o alta. En este tipo de ambientes, la aparición de las plantas y animales está marcada por la altitud, por las zonas de sombra (umbría) y sol (solana) y, en algunos casos, por la existencia de pequeñas masas de agua. Por ello, al igual que en los mares y océanos, en los ecosistemas montañosos podemos observar una estratificación, siendo muy frecuente que los animales y las plantas sean más abundantes en las zonas bajas y soleadas y van disminuyendo conforme nos acercamos a la cumbre. Esta estratificación es especialmente marcada en montañas con mucha inclinación o muy altas.

Los ecosistemas montañosos son muy ricos en vegetales de todos los tamaños y podemos encontrar desde bosques a matojos, hierbas y arbustos. Debido a su riqueza vegetal, las montañas alojan también gran biodiversidad animal, desde invertebrados que viven en el suelo del bosque a cabras, lobos o linces.

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Los nuevos ecosistemas: ecosistemas artificiales

Los ecosistemas artificiales son aquellos lugares y condiciones que han creado, de forma artificial, los seres humanos. Este nuevo hábitat tiene unas condiciones especiales para la vida tanto para nosotros como para el resto de seres vivos que nos rodean. El mayor ejemplo son las grandes ciudades. En las grandes ciudades habitan numerosos seres vivos, desde las plantas que forman los parques y jardines hasta nuestras mascotas, pasando por algunas plagas como las palomas, las cucarachas o los roedores.

El ecosistema artificial se caracteriza por el exceso de alimentos y la ausencia de depredadores. Además, generalmente, hay una gran falta de suelo y espacio que está ocupado por nuestros vehículos y viviendas. Debido a la gran concentración de personas, estos ecosistemas sufren además de mucha contaminación, especialmente de las aguas y la tierra pero también contaminación en el aire y contaminación sonora.

Además, los humanos somos responsables de la introducción en este tipo de ecosistemas de especies que no se darían de forma natural en ellos: las especies exóticas invasoras. Un ejemplo es la introducción en las ciudades españolas de la cotorra argentina, las tortugas de florida o la rata nutria, que se encuentra en el algunos ríos de Navarra y el País Vasco.

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Bibliografía
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