Los cinco sentidos del ser humano

Los cinco sentidos del ser humano
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Los seres vivos y entre ellos el hombre tienen mecanismos destinados a captar las variaciones que ocurren en el medio y responder de forma correcta a las mismas. Los cinco sentidos del ser humano cumplen esta función: vista, oído, tacto, gusto y olfato. Estos sentidos tienen células especializadas con receptores que se activan por estímulos específicos, conectadas por medio del sistema nervioso al cerebro.

En esta lección de unPROFESOR.com vamos a explicarte cuáles son los cinco sentidos del ser humano y sus funciones.

El sentido de la vista

De los cinco sentidos del ser humano, vista y oído son clave ya que nos proporcionan una información fundamental acerca de lo que ocurre en nuestro entorno, permitiendo a nuestro organismo reaccionar de la forma más adecuada.

El ojo es el órgano sensorial dominante y del que depende el sentido de la vista, que proporciona al cerebro más información que todos los otros sentidos juntos. Está situado en la cavidad ocular y depende del nervio óptico, que contiene un millón de fibras nerviosas. Los globos oculares tienen un diámetro aproximado de 2,5 centímetros, actúan en pareja y cada uno suministra una versión ligeramente diferente del objeto cuando se mira.

La visión tridimensional o estereoscópica es muy importante para medir distancias y calcular la velocidad a la que viajan los objetos. Los ojos contienen líquidos (humor acuoso y vítreo) y junto a ellos existen otros órganos anejos: cejas, párpados, glándulas lacrimales y pestañas.

En la estructura del globo ocular se distinguen tres membranas:

  • Esclerótica: zona exterior del ojo, de color blanco, formada por un tejido fibroso que va desde la córnea hasta el nervio óptico.
  • Coroides: capa oscura que se encuentra situada debajo de la esclerótica. Detrás de la córnea, la coroides se sustituye por el iris, que es un disco muscular encargado de controlar la apertura del orificio de la pupila. El iris se caracteriza por tener un color distinto en cada persona y está compuesto por fibras musculares cuya contracción permite la apertura o cierre de la pupila. Detrás de esta se encuentra el cristalino, un órgano transparente con forma de lente.
  • Retina: capa sensible a la luz que recubre el ojo. Contiene fibras nerviosas y células especializadas: conos (de 6 a 7 millones, funcionan bajo la luz brillante) y bastones (unos 125 millones, para ver con poca luz).

Para mirar en direcciones diferentes sin mover la cabeza, el ojo puede girar su órbita mediante un complejo grupo de músculos oculares. La visión se produce al atravesar la luz la córnea transparente y entrar por la pupila. El iris actúa como un diafragma y regula la cantidad de luz que entra. En la retina se forman las imágenes, gracias al cristalino, que actúa como una lente que enfoca los objetos.

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El sentido del oído

Dentro de los cinco sentidos del ser humano también tenemos que hablar del oído. Además de proporcionar la capacidad auditiva, los oídos detectan la posición y el movimiento de la cabeza y son esenciales para el equilibrio. Cuentan con dos elementos, uno mecánico y otro relacionado con los impulsos nerviosos eléctricos, y se dividen en tres partes:

  • Oído externo: compuesto por la oreja o pabellón auditivo y el conducto auditivo externo.
  • Oído medio: cavidad que se encuentra dentro del hueso temporal. En esta destacan tres orificios: uno externo, que cierra el tímpano; otro interno, denominado ventana oval, que comunica con el oído interno; y, finalmente, uno inferior, que corresponde a la trompa de Eustaquio.
  • Oído interno: conjunto de conductos integrados por los canales semicirculares y el caracol, estando su interior relleno de unos líquidos llamados perilinfa y endolinfa.

Los oídos hacen de convertidores de energía al transformar las diferencias de presión del aire en impulsos nerviosos electromagnéticos. El cerebro se encarga de interpretar esos impulsos eléctricos y convertirlos en información. También en el oído interno existen órganos relacionados con el equilibrio, que nos permiten mantenernos de pie y recuperarnos cuando estamos a punto de caer, además de poder volver la cabeza y agacharnos sin que perdamos la estabilidad.

Sentido del tacto

El sentido del tacto tiene un carácter eminentemente exploratorio. Su funcionamiento se debe a pequeños receptores sensoriales que se encuentran en la piel, con distintas formas y tamaños. Estos localizan estímulos, como calor, frío o dolor, y envían sus señales desde la médula espinal y el encéfalo inferior al córtex somatosensorial.

Existen cinco tipos de receptores sensoriales: de frío, calor, dolor, presión y contacto. Los termorreceptores corresponden al frío y el calor, siendo más abundantes los primeros; los de dolor son los nociceptores, que están relacionados con estímulos químicos, mecánicos y térmicos muy intensos que generan daños en tejidos; y, por último, los de presión y contacto son los mecanorreceptores, que se hallan fundamentalmente en los labios, la piel de la espalda y en las yemas de los dedos.

Olfato

El sentido del olfato se sitúa en el epitelio olfatorio, un tejido que está en el techo de la cavidad nasal y que localiza las moléculas que hay en el aire. Las sustancias que tienen un olor despiden moléculas, que se presentan en el aire y que son aspiradas. Estas se disuelven en la mucosa nasal y estimulan el nervio olfatorio. La información viaja a los lóbulos olfatorios del cerebro y también a una región primitiva del cerebro, el rinencéfalo o también denominado sistema límbico.

Cuando comemos alimentos, se utiliza tanto el sentido del olfato como el del gusto, ya que al masticar gran número de moléculas volátiles se desprenden, excitando las células olfativas de la cavidad nasal.

El sentido el gusto

Y terminamos esta lección con los cinco sentidos del ser humano para hablar del sentido del gusto que tiene un funcionamiento parecido al olfato. En las papilas gustativas se encuentran sus células receptoras, que detectan las sustancias que se disuelven en la saliva. La lengua pude distinguir cuatro sabores básicos: dulce, agrio, salado y amargo. Su superficie está cubierta de pequeñas prolongaciones denominadas papilas, que contienen las terminaciones nerviosas que captan el gusto.

Las papilas gustativas son estimuladas por partículas de los alimentos que se disuelven en la saliva. Los impulsos nerviosos van hasta el cerebro a través de los músculos faciales y el nervio glosofaríngeo. El sentido del gusto cumple la importante función de estimular las glándulas del estómago elaborando jugo gástrico, que sirve para realizar la digestión de los alimentos.

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