El estanque de ninfeas - comentario y análisis

El estanque de ninfeas - comentario y análisis

Los jardines de Monet en su casa de Giverny tuvieron una gran influencia en el movimiento Impresionista al ser no solo lugar de inspiración para el pintor, sino también punto de encuentro de otros impresionistas como Cézanne, Renoir, Sisley, Pissarro, Matisse y John Singer Sargent.

En esta lección de unPROFESOR.com te ofrecemos el comentario y análisis de El estanque de ninfeas, una de las obras clave de la última etapa pictórica de Claude Monet.

Contexto histórico de El estanque de ninfeas

“Un paisaje no se mete debajo de tu piel en un día. Y luego, de repente, tuve la revelación de lo encantador que era mi estanque. Cogí mi paleta. Desde entonces casi no he tenido otro tema".

Estas fueron las palabras de Claude Monet al novelista Marc Elder en 1924 al hablar sobre el jardín en el que se encontraba este estanque de ninfeas o nenúfares.

Claude Monet (París, 1840– Giverny, 1926), maestro del Impresionismo, se retiró a Giverny en el año 1883 a esta pequeña localidad de la Alta Normandía, pero no sería hasta 1890, año en el que compró la casa que tenía alquilada, que pudiese construir los jardines a su gusto. En sus jardines había un pequeño estanque formado por el agua el arroyo Ru, desvío de uno de los afluentes del Sena. Su intención era tener un sitio de asueto y descanso y un motivo para pintar. Para ello instaló una pasarela de estilo japonés sobre el estanque. En ese momento, 1895, ya realizó tres lienzos antes de proceder a plantar nenúfares.

En 1899 regresó para realizar 18 vistas diferentes el puente sobre el estanque y los nenúfares. Una serie que llevó a cabo en el verano de 1899, exhibiéndolos en la Galería de Durand-Ruel en París en 1900, y a la que pertenece esta.

El estanque se convirtió en un refugio para el pintor para sus años de vejez, huyendo del bullicio de las ciudades modernas como París o Londres y de la polémica y difícil situación que Francia atravesaba por el apogeo del denominado caso Dreyfus. Una especie de Edén al estilo de su jardín de Argenteuil en los años 70 del XIX.

Comentario de El estanque de ninfeas

Siguiendo los preceptos del Impresionismo, Monet mostró una enorme fascinación por los efectos de la luz, el vapor y la niebla sobre los paisajes. Una inquietud que le llevó a pintar al aire libre y con pinceladas muy rápidas. En este caso, El estanque de ninfeas (1899), muestra un estanque con nenúfares y un puente japonés pintado a base de manchas de color y en el que Monet plasmó los reflejos en un momento del día en el que el sol incide con más fuerza.

El cuadro presenta un formato vertical, inusual en la serie a la que pertenece, pero que nos permite apreciar la relación entre la vegetación acuática, el agua y la tierra, subrayando el protagonismo de los lirios y el puente. Dos realidades que ofrece el contraste entre la marcada verticalidad de las barras que sostienen la rampa del puente y la imagen fluida de los nenúfares que se expanden horizontalmente más allá del plano de la imagen.

Hay que tener presente que Monet pintó toda la serie desde un estudio improvisado y ubicado siempre en el mismo punto de observación. También solía emplear un bote de remos que amarraba al puente para desde allí pintar el puente con una vista frontal.

Una vez terminadas las obras, Monet las retocó antes de exponerlas, remarcando color y forma. Así, en los lienzos de 1899, el pintor incidió más en las tonalidades verdosas, mientras que en las de 1900, Monet se decantó más por tonos más cálidos.

Análisis de la obra

Y ahora vamos a atender al análisis de El estanque de ninfeas conociendo los aspectos más técnicos sobre esta obra de arte de Monet, autor de otros cuadros emblemáticos como Mujer con sombrilla.

El color, las texturas y la luz

Como ya hemos señalado, Monet se decidió por tonalidades frías, concretamente verdes, azules y violetas, como contraste a los amarillos y reflejando la calidez de la luz cenital. Las formas naturales se organizan de forma compleja y con texturas muy marcadas para recrear las formas orgánicas y naturales de los nenúfares.

Para ello, Monet empleó la espátula y un pigmento denso y pastoso, además de emplear trazos gruesos, rápidos, indefinidos y sin definir los contornos. Una forma de pintar que ofrece sensación de dinamismo y movimiento, acercándose mucho a la abstracción por su forma tan libre de plasmar el paisaje.

Otro de los rasgos típicos del Impresionismo es el juego con la luz y el color. Así, las formas se componen en el ojo a tomar cierta distancia, siendo así una obra figurativa. Una pintura al aire libre que muestra la luz cenital y natural, logrando la profundidad gracias a las diferencias de iluminación, esto es, más oscuro en el primer plano y más claro al fondo.

Composición

Para la realización de esta obra, Monet se inspiró en la colección de grabados de madera ukijo-e japoneses con imágenes de puentes. Unos grabados que el pintor coleccionaba desde la década de 1860, convirtiéndose todo lo japonés en moda, especialmente las artes, a finales del siglo XIX, momento en el que Monet realiza estas series.

Una noción que pudo haber llegado al pintor a través de las series de estampados de paisajes japoneses como las famosas Treinta y seis vistas del monte de Katsushika Hokusai. Concretamente, Monet poseía nueve grabados de la serie, y tres volúmenes de Cien vistas del monte Fuji de Hokusai figuraban entre una larga lista de libros y artículos sobre arte y cultura japoneses que llenaban su biblioteca.

El aplanamiento de la imagen con el motivo del puente y su vista contenida se consideran también una inspiración en las composiciones de los artistas japoneses Hiroshige y Hokusai.

Además, Monet, que había creado su jardín con una finalidad estética y como un hobby, tenía intención de construir una zona de meditación con todos los cuadros dedicados a este estanque de ninfeas. Este cuadro de El estanque de Ninfeas se encuentra desde 1929 en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, Estados Unidos.

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Bibliografía
  • Tobien, Felicitas (2016). Claude Monet. Editors
  • Monet, Claude (2012). La pintura desde el jardín. Casimiro Libros
  • Mirbeau, Octave (2011).Claude Monet y Giverny. José J. de Olañeta