La banalidad del mal de Hannah Arendt

La banalidad del mal de Hannah Arendt

En esta clase hablaremos de uno de los conceptos fundamentales del pensamiento filosófico del S.XX, el de la banalidad del mal de Hannah Arendt. La misma Hannah Arendt analizó como un país culto como Alemania cometió los crímenes del Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial. Para ello, estudió el caso de Adolf Eichmann, uno de los responsables del genocidio del pueblo judío, y analizando su personalidad se dio cuenta que cualquier persona puede cometer los más terribles crímenes.

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¿Quién fue Hannah Arendt y en qué consiste su teoría?

Para comprender al 100% la teoría de Hannah Arendt, primero debemos estudiar cómo fue su vida y el contexto en el que se desarrolla. Así, sabemos que nació en la Alemania de 1906, en el seno de una familia judía e intelectual, recibiendo una educación liberal y doctorándose en filosofía en 1928.

En los años 30, sufrió directamente las consecuencias de las políticas antisemitas del nazismo de Hitler, siendo judía y crítica con el gobierno nazi, en el 32 fue detenida por la Gestapo y en el 33 se exilió a Francia. Desde donde estudió el antisemitismo y ayudó a refugiados judíos a huir hacia Palestina.

En 1940, con la ocupación nazi de Francia, fue confinada en el campo de concentración de Gurs, del que consiguió huir cinco semanas después y llegar a Estados Unidos.

En Estados Unidos trabajó como redactora de varias revistas (Aufbau) y en 1951 comenzó a dar clases de filosofía en la universidad. Ese mismo año también publicó su obra culmen “Los orígenes del totalitarismos”, en donde analiza de forma detallada el ascenso de los totalitarismo y como se pudo llegar al Holocausto.

Su teoría

En el caso de Hannah Arendt, debemos tener presente que sus propias vivencias (víctima del régimen nazi y de la II Guerra Mundial) marcaron claramente su pensamiento. Asimismo, hay que señalar que ella nunca se consideró filósofa, sino teórica política. Defendiendo la democracia directa bajo tres ideas fundamentales:

  • La igualdad.
  • La libertad.
  • La inclusión del “otro”.

Igualmente, en su obra Los orígenes del totalitarismo (1951-1966), nos expone su pensamiento y su teoría, la cual, gira en torno al ascenso del totalitarismo y del antisemitismo.

Así, según nuestra protagonista, los totalitarismos consiguen manipular y controlar al individuo a través del miedo, del culto al líder (como un ser de naturaliza distinta= Fürher en Alemania o el Duce en Italia) y de una educación basada en la obediencia ciega hacia el régimen. Apoyándose a su vez, en la sociedad de masas, la cual, crea individuos sin criterio propio ni personalidad (el individuo no tiene valor en sí mismo) y dirigidos por el colectivo.

Precisamente, en esa falta de personalidad es en donde reside la idea que tiene Arendt sobre el mal. Pues, relaciona directamente el mal a la falta de criterio y a la influencia del propio sistema sobre el individuo, quien es capaz de realizar todo tipo de atrocidades sin pensar en sus consecuencias.

Hannah Arendt y la banalidad del mal - Resumen

El término de la banalidad del mal fue acuñado por Hannaha Arent en 1963 en su libro Eichmann en Jerusalén: Un estudio sobre la banalidad del mal.

Eichmann (1902-1962) fue uno de los ideólogos de la Solución Final y el responsable de las deportaciones de judíos que iban hasta los campos de concentración (Auschwitz, Sobibor, Treblinka Madjanek y Belzec).Cuando Alemania perdió la Segunda Guerra Mundial, en 1948 huyó a Argentina con una identidad falsa (Ricardo Klement) y en 1960 fue arrestado en Argentina, juzgado en Israel por crímenes contra la humanidad y condenado a la horca.

Una vez finalizado este proceso judicial, Arendt realizó un estudio detallado del juicio y de la personalidad de Eichmann, llegando a la conclusión de que este hombre no tenía rasgos mentales que demostrasen que mentalmente estaba enfermo o que fuera antisemita. Él, por tanto, actúo como actúo y fue partícipe del genocidio judío por motivos personales (ascender en su carrera) y porque cumplía órdenes, siendo un ejecutor que no pensaba en las consecuencias de lo que estaba haciendo, no tenía noción del bien o del mal. Simplemente era una pieza más del sistema.

Por tanto, partiendo de la figura de Eichmann, Arendt acuñó el término de la banalidad del mal para explicar que un individuo puede actuar de forma malvada siguiendo las normas establecidas por el gobierno/régimen al que pertenece y sin pensar en las consecuencias de sus actos.

Así, cualquier persona en un determinado contexto podría actuar como lo hizo Eichmann, simplemente hay que dejarse llevar y no pensar. Como diría nuestra protagonista:

“…La gente más peligrosa no es la gente que hace daño aposta –de ellas sospechamos fácilmente-, sino la gente que carece del hábito de pensar y que, alegando “buenas intenciones”, considera prescindible actuar con prudencia…”

¿Qué es el mal radical según Hannah?

Hannah Arendt también nos habla de otro tipo de mal, el mal radical (presente en los regímenes totalitarios). Se basa en borrar toda individualidad o rasgo humano del individuo para generar un ser que pierde su propia identidad, que forma parte del funcionamiento de un agrupamiento, que es fácilmente dirigible /manipulable, que es obediente, que es sumiso y que es desechable e intercambiable en cualquier momento.

El experimento Milgram: ejemplo de la banalidad del mal

Para que entiendas mejor qué es la banalidad del mal te lo explicamos con ejemplo real: el experimento Milgram. Fue llevado a cabo por el psicólogo social Stanley Milgram y que público en 1974 con el título “Los peligros de la obediencia”.

El objetivo de dicho proyecto era estudiar hasta qué punto la autoridad puede condicionar a un individuo para que actúe según sus órdenes, incluso cuando dichos actos son malos y pueden llevar a un conflicto moral o ético. Para ello, se reclutaron a varios sujetos para participar en un estudio de lo que se creía que era un experimento sobre el desarrollo de la memoria y el aprendizaje.

El experimento consistía en que el participante debía actuar como un profesor que tenía que ayudar a un alumno (miembro del equipo de Milgram) a mejorar su memoria. Si el “alumno” fallaba se castigaba el error a través de descargas eléctricas, las cuales, iban aumentando su potencia hasta llegar a ser dañinas para el supuesto alumno, no obstante, esas descargas en realidad no existían.

A todo ello, se sumaba la figura del “investigador” (del equipo de Milgram), que era el que ejercía de máxima autoridad, el que dirigía el experimento y el que presionaba al participante para que pulsara el botón de descarga a pesar de las quejas y gritos de dolor del “alumno”.

El resultado final fue que 2/3 de los participantes llegaron a presionar la máxima potencia de descargas eléctricas, que a pesar de que algunos pusieron objeciones la mayoría obedeció al investigador y que ninguno se levantó a ayudar al “alumno” sin antes pedir permiso al investigador.

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Bibliografía

Arendt, H.(2006).Los orígenes del totalitarismo. Ed. Alianza.