Las cuatro causas de Aristóteles

Las cuatro causas de Aristóteles

En esta lección de unPROFESOR te explicamos la teoría de las cuatro causas de Aristóteles, filósofo discípulo de Platón que trata de dar respuesta al problema del cambio y del movimiento, a partir de la idea de que todo efecto tiene su causa. De lo que se trata es de encontrar la razón de ser, el por qué de los fenómenos naturales.

Al conocimiento se llega a través del análisis de las causas, que para Aristóteles, eran cuatro: causa material, formal, eficiente y final, y se pueden aplicar a casi todo. En la Edad Media, Sto. Tomás, intenta demostrar la existencia de Dios a partir de las argumentaciones aristotélicas con la exposición de sus cinco vías.

Si quieres saber más acerca de las cuatro causas de Aristóteles, sigue leyendo esta lección que te ofrece unPROFESOR.

Resumen de las cuatro causas de Aristóteles

En esta lección hablaremos de las cuatro causas de Aristóteles. El concepto de causa en Aristóteles es muy importante, ya que él dice que tenemos causas del propio ser, y causas ajenas al propio ser, son externas.

Causas internas del ser

  • Causa material: Materia de la cual está hecha el objeto. (Elemento individualizador)
  • Causa formal: Forma (elemento universal)

Causas externas del ser

  • Causa eficiente: quien ha posibilitado el ser o el movimiento. Un ser humano no existiría sin sus padres.
  • Causa final: El objetivo del ser. Determina por completo el ser.

Como todo objeto que existe tiene una causa anterior a su ser, no hay un primer momento del universo. El universo existe des de siempre y para siempre.

Si queréis comprobar que habéis entendido lo explicado en la lección de hoy podéis hacer los ejercicios imprimibles con sus soluciones que hay al final de la lección.

Causas del movimiento y el cambio

Aristóteles va a explicar el movimiento y el cambio a partir del estudio de las cuatro causas de Aristóteles, ya que considera que todo efecto tiene su causa y no puede haber conocimiento alguno sin una investigación acerca de sus causas. Así, pues, asegura que las causas son cuatro: las dos primeras intrínsecas y las dos siguientes extrínsecas:

Causa material

La materia viene a determinar el aspecto de los objetos físicos, que están sometidos a cambio. Por ejemplo, la madera de una mesa o el mármol de una estatua.

Causa formal

Consiste en la disposición o apariencia de las cosas cambiantes. Siguiendo con el ejemplo de la mesa, la forma vendría a determinar el diseño del objeto.

Causa eficiente

Es el agente del cambio o movimiento que, si bien está aparte de las cosas, interactúa con las mismas para imprimirles movimiento. En el caso de la mesa, el carpintero sería la causa eficiente.

Causa final

Constituye la finalidad o propósito del movimiento. Supone un cambio para que la cosa llegue a ser lo que tiene que ser. Una mesa, por continuar en la misma línea, debe cumplir una función práctica o estética.

A partir de las cuatro causas, Aristóteles se pregunta el por qué de ciertos efectos. En función de las respuestas, se puede averiguar cómo suceden los acontecimientos.

"Creemos que sabemos cada cosa sin más, pero no de modo sofístico, accidental, cuando creemos conocer la causa por la que es la cosa, que es la causa de aquella cosa y que no cabe que sea de otra manera."

Imagen: Aeterna Impero

La causa eficiente y final del universo

La física y la metafísica se unen en la filosofía de Aristóteles, ya que, las causas que explican la naturaleza y dinamismo del universo, llevan a la afirmación de la existencia de un primer motor inmóvil, causante de todo el movimiento. En el libro VIII de la Física, el filósofo afirma que hay un ser inmaterial causante del mundo físico, pero en la Metafísica llama Dios al primer motor.

“La vida pertenece también a Dios; porque la actualidad del pensamiento es vida, y Dios es esa realidad; y la actualidad autodependiente de Dios es la vida sumamente buena y eterna. Por eso decimos que Dios es un ser viviente, eterno, sumamente bueno; de modo que la vida y duración pertenecen continua y eternamente a Dios; porque esto es Dios”.

Este es un concepto similar al Nous de Anaxágoras o al Logos de Heráclito. Este primer motor, que es el dios aristotélico, es al mismo tiempo causa eficiente y causa final, no es el creador del mundo. Dios, unifica la multiplicidad de los fenómenos naturales.

El primer motor inmóvil es el dios aristotélico

Este pensador asegura que existe “un ser inmortal, inmutable, en última instancia, responsable de toda la plenitud y el orden en el mundo sensible”. El dios aristotélico es inmaterial y no puede captarse a través de los sentidos. No es el origen del mundo, ni se preocupa por él, ya que este ser, que es entelequia pura, solo puede pensar en sí mismo. Si influye en los seres naturales es por “aspiración o deseo” de imitar al primer motor inmóvil.

“Está claro entonces que no hay lugar, ni vacío, ni tiempo, fuera del cielo. Por lo tanto, todo lo que está allí, es de tal naturaleza que no ocupa ningún lugar, ni el tiempo lo envejece; ni hay ningún cambio en ninguna de las cosas que están más allá del movimiento más externo; continúan a lo largo de toda su duración inalterable y sin modificaciones, viviendo la mejor y la más autosuficiente de las vidas … Desde [el nacimiento de todo el cielo] deriva el ser y la vida que otras cosas, algunas más o menos articuladas pero otras débilmente, disfrutan”.

El Dios cristiano y el primer motor

Santo Tomás de Aquino identifica el primer motor inmóvil con el Dios cristiano. En la Summa Theologiae, trata de demostrar la existencia de Dios a través de argumentos racionales, mediante lo que se conoce como las cinco vías.

[...] En este mundo hay movimiento. Y todo lo que se mueve es movido por otro. [...] Igualmente, es imposible que algo mueva y sea movido al mismo tiempo, o que se mueva a sí mismo. Todo lo que se mueve necesita ser movido por otro. Pero si lo que es movido por otro se mueve, necesita ser movido por otro, y este por otro. Este proceder no se puede llevar indefinidamente, porque no se llegaría al primero que mueve, y así no habría motor alguno pues los motores intermedios no mueven más que por ser movidos por el primer motor. [...]. Por lo tanto, es necesario llegar a aquel primer motor al que nadie mueve. En este, todos reconocen a Dios.

Todo lo que se mueve, dice Santo Tomás, es movido por algo, que al mismo tiempo, ha de permanecer inmóvil, ya que no es posible afirmar una secuencia infinita de causas. Y ese primer motor inmóvil, dice, es el Dios cristiano.

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Bibliografía
  • Gómez-Lobo, A. (1996). Exposición breve de la metafísica aristotélica. Estudios públicos, 62, 309-327.
  • González, S. S. (2012). La filosofía de Aristóteles. Madrid: Serie historia de la filosofía, 12.
  • Sánchez, M. M. (2014). Esencia y causas en ya través de los movimientos naturales. Desde Aristóteles y en diálogo con Alicia Juarrero. Scientia et fides, 2(2), 67-92.