Maruja Mallo: obras más importantes

Maruja Mallo: obras más importantes

Maruja Mallo, sobrenombre de Ana María Gómez González (1902-1995), es una de las pintoras más inclasificable de las vanguardias de comienzos del siglo XX. Una pintora gallega que cosechó la amistad y la admiración de figuras como Ortega y Gasset, Picasso, André Breton, García Lorca, Buñuel, Ramón Gómez de la Serna o Rafael Alberti, entre otros. Su obra tiene influencia de los surrealistas, si bien su estilo es muy personal y también participó de folklorismo racista de los muralistas mejicanos como Diego Rivera o del onirismo de Ernst o Dalí.

Un estilo complejo, único y universal que te mostramos en esta lección de unPROFESOR.com a través de las obras más importantes de Maruja Mallo.

Características del estilo y las obras de Maruja Mallo

Antes de hablar sobre las obras de Maruja Mallo, vamos a hablar sobre su estilo. Fue una pintora España clasificada como surrealista, siendo una artista muy adelantada a su época al romper con todos los convencionalismos y crear un estilo único y reconocible por su carácter rupturista e innovador. Maruja formó parte de la Generación del 27 y siempre trató de plasmar en sus obras sus sentimientos y emociones, plasmando imágenes expresivas y llenas de una magia especial.

A lo largo de su prolífica trayectoria pictórica, Maruja Mallo pasó por varias épocas. En sus primeros años apostó por el color, dando rienda suelta a su creatividad al combinar colores vivos y crear así obras llenas de vitalidad.

En su etapa oscura, de 1945 a 1957, la paleta de Maruja Mallo se llenó de grises, pardos y negros. Otra de sus constantes fue la influencia de la pintura egipcia antigua y su simetría y la utilización de figuras geométricas. Una geometría que utilizó para crear figuras femeninas rotundas y fuertes, empoderadas y firmes.

Desnudo surrealista, 1927, una de las obras de Maruja Mallo más importantes

Entre las obras más representativas del estilo y de la producción artística de Maruja Mallo se destaca Desnudo surrealista.

Claramente influida por la estética surrealista y metafísica de Chirico o Carrá, Maruja Mallo nos muestra un desnudo de un cuerpo femenino a través de un maniquí, objeto icónico de esa corriente. Sin embargo, Maruja no participa del automatismo psíquico y crea una escena más serena, menos inquietante y superponiendo diferentes planos para generar la sensación de movimiento.

La verbena, 1927

Esta es una de las obras de Maruja Mallo más conocidas y es un óleo de 119x165 centímetros y se exhibe en la actualidad en el Museo Reina Sofía de Madrid.

Es un cuadro de su época más optimista, una celebración de los felices años 20. Maruja nos muestra cómo es la sociedad madrileña de aquellos años, si bien también deja traslucir cierta crítica. Así, la artista incluye una serie de personajes revueltos en un aparente caos recreando una escena de claras reminiscencias surrealistas.

Este cuadro forma parte de una serie de cuatro óleos dedicados a las fiestas madrileñas y que expuso en 1928 en las salas de la Revista de Occidente, bajo el auspicio de Ortega y Gasset. En este introduce desde los elementos típicos de las fiestas populares madrileñas a personajes extraños como un fraile, un gigante de un solo ojo o un músico de enormes pies.

Tierra y excrementos, 1932

Esta obra forma parte de la serie Cloacas y campanarios y es un óleo sobre cartón de 43x55 centímetros y también expuesto en el Museo de Arte Reina Sofía. Tras los años de optimismo, Maruja Mallo entra en una etapa de pesimismo con creaciones de tonos apagados y sombríos.

Tras realizar una serie tan viva como la de La verbena, Maruja sorprende a introducir un tema lo más inquietante, especialmente en los años previos a la guerra. Esta obra acerca a la autora al surrealismo telúrico de los artistas de la Escuela de Vallecas, como Benjamín Palencia o Alberto Sánchez.

La sorpresa del trigo, 1936

Transgresora y próxima a la República, Maruja Mallo fue definida por Dalí como una artista mitad ángel y mitad marisco. Una mujer intelectual y culta que integró el grupo de fundadoras de las “sin sombrero”.

Con ese espíritu, Maruja pintó una serie de siete obras denominadas “La religión del trabajo”. La sorpresa del trigo se pintó en 1936 y es una obra surrealista en la que la pintora representa a la diosa de la agricultura Deméter, la madre tierra, de la que germinan 3 espigas, número de la armonía para los pitagóricos. Un cuadro que tiene influencia de la filósofa María Zambrano y parece ser una celebración del proceso de cambio que prometía la II República.

Tuvo que exiliarse durante la guerra civil, pero su regreso a España en la década de los 60 fue todo un soplo de aire fresco para el mundo del arte.

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Bibliografía
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