Obras del cubismo más importantes

Obras del cubismo más importantes

El cubismo constituye uno de los movimientos de las vanguardias artísticas del siglo XX, extendiéndose cronológicamente entre 1907–1917. Este movimiento artístico recibió su nombre del crítico Louis Vauxcelles quien, tras visitar una exposición de Georges Braque, definió las obras como “bizarreries cubiques”. Pero el cubismo iba más allá de la geometría y lo que se buscan era ofrecer todos los puntos de vista posibles desde los que observar un objeto.

En esta lección de unPROFESOR.com te ofrecemos una selección de las obras del cubismo más importantes para que puedas distinguir sus principales características, autores y temas.

Principales características del cubismo

Antes de presentarte las obras del cubismo más importantes, vamos a conocer mejor este movimiento artístico de las vanguardias.

Las características del cubismo más destacadas son las siguientes:

  • Los artistas cubistas recibieron influencias de pintores como Gauguin o Cézanne, la escultura ibérica y el arte africano.
  • Dejan de lado la perspectiva.
  • No tratan de copiar la naturaleza.
  • Representan los objeto desde múltiples puntos de vista, dividiéndolos en facetas y uniéndolos para presentar una forma abstracta.
  • Las formas son geométricas.
  • El dibujo presenta líneas duras.
  • Son vanguardistas, pero se decantaron por continuar con géneros clásicos como paisajes, retratos, bodegones, etcétera.

Las señoritas de Avignon (1907) de Pablo Picasso, una de las mejores obras del cubismo

Las señoritas de Avignon, aunque su título real es Las señoritas de la calle de Avinyó (Barcelona), es una de las obras más icónicas de Picasso y del cubismo. Y lo es porque en ella se recogen todas las características del movimiento, constituyendo el punto de arranque de este.

El cuadro es una obra rompedora tanto por el tema, representa el interior de un prostíbulo, como por la deformación de las figuras, dejando de lado los modelos clásicos y los convencionalismos sociales. Es un óleo sobre lienzo de 243,9x233,7 cm en el que Picasso representa a cinco prostitutas de ese burdel, retratándolas según los principios del cubismo y convirtiendo la figuras en planos angulares.

Las principales influencias que se aprecian en la obra son los cuadros de bañistas de Cezánne, el arte primitivo, especialmente las máscaras africanas, y el estilo artístico de El Greco.

Casas en L’Estaque (1908) de Georges Braque

Georges Braque y Pablo Picasso fueron los fundadores del movimiento cubista y en este cuadro, Casas en L’Estaque, el primero representa un paisaje urbano en el que las casas son cubos y no hay perspectiva y se consigue dar profundidad gracias al sombreado.

Autorretrato (1907) de Pablo Picasso

Esta es otra de las obras del cubismo más importantes y populares al representarse en ella Picasso siguiendo todas las claves del cubismo. Así, el artista deja de lado el realismo y se representa con formas angulosas, cuadradas, colores ocres y trazos marcados.

Violín y cántaro (1910) de George Braque

Violín y cántaro es una obra perteneciente a la denominada fase analítica del cubismo. El pintor representa dos objetos polifacéticos, fragmentados y deconstruidos, saliéndose por completo del estándar clásico de la perspectiva. Los tonos utilizados son neutros.

Retrato de Pablo Picasso (1912) de Juan Gris

Juan Gris realizó esta obra en los primeros años de surgimiento y expansión del movimiento, siendo la primera obra cubista de un artista no perteneciente al núcleo fundacional.

Gris representa a Picasso con su paleta de pintor, siendo muy reconocible pese a la descomposición de la figura en formas geométricas.

Naturaleza muerta (1918) de María Blanchard

María Blanchard es otra de las artistas no fundadoras del movimiento que logró dejar huella por el toque tan especial que dio a sus obras. Blanchard aportó más emoción a sus obras gracias al uso de una gama cromática más rica y variada.

En esta obra, María Blanchard reproduce una mesa y varios objetos descompuestos en ángulos, logrando aportar expresividad y volumen gracias al uso de pintura matérica o pastosa.

La torre roja (1913) de Robert Delaunay

La Torre Eiffel, construida para la Exposición Universal de París de 1889, se convirtió en símbolo de la modernidad y, para Delaunuy, de una Europa global. En este cuadro, el pintor utilizó unas formas geométricas básicas y una paleta de colores reducida para convertir a la torre en un icono.

Así, la torre se representa de forma dinámica, mostrándola desde diferentes puntos de vista y captando distintas impresiones. Una representación que el autor hizo de memoria al no estar entonces en París.

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Bibliografía
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