Representantes del simbolismo en el arte

• El Simbolismo es un movimiento literario y artístico que trataba de sugerir una serie de ideas a través de símbolos y mediante líneas, formas y colores.
• En sus obras se corta con lo tradicional y lo clásico, convirtiéndose en un estilo de vanguardia, ya que los simbolistas desarrollaron nuevos medios para expresar todo lo que hay tras lo físico: toda esa parte espiritual y psicológica a la que los artistas trataban de dar forma en sus obras.
• Para ello, los artistas simbolistas pusieron énfasis sobre las emociones, las ideas, los sentimientos y la subjetividad. Las obras son así muy personales y expresan sus ideas y creencias.
• Así, los temas suelen ser el misticismo religioso, el erotismo, la perversidad, lo oculto, el mal, la muerte, la mitología, lo sobrenatural, lo espiritual y lo onírico.
• El simbolismo tampoco busca inspiración en la iconografía convencional, recurriendo a la música y la literatura como fuente.

Francia se convirtió en la cuna del Simbolismo siendo Gustave Moreau uno de sus principales representantes.

Este pintor está considerado como el padre del simbolismo pictórico por ser un antecesor del movimiento. En sus obras se representan temas mitológicos. Históricos y bíblicos, recreando siempre ambientes suntuosos y llenos de detalles. Formado en el Romanticismo, Moreau destacó por su cromatismo con un acabado esmaltado e influencia del arte bizantino, indio y de los mosaicos grecorromano. Un estilo que se inspira también en lo oriental, especialmente en las estampas japonesas, siendo además clara la influencia de un pintor como Jean-Auguste-Dominique Ingres, conocido como el pintor academicista y romántico de la sensualidad.

Moreau fue además un pintor que gustó de la experimentación. Para ello recurrió a introducir rascados, incisiones, frotados y una gran variedad de técnicas al objeto de conseguir más expresividad a sus obras.

Sus obras son sugerentes, fantásticas y con un estilo ornamental y abigarrado. Entre sus obras se destacan Edipo y la esfinge (1864), Orfeo (1865), Jasón y Medea (1865), Salomé (1876) y Cleopatra (1887), entre otras. Moreau fue maestro de Henri Matisse, Albert Marquet y Georges Rouault, entre otros.

Entre los principales representantes del simbolismo en el arte se encuentra también Pierre Puvis de Chavannes, un artista original por su clasicismo y serenidad.

Destacó por ser muralista y emplear siempre en sus obras los tonos fríos al desear ofrecer a sus pinturas el aspecto de las pinturas al fresco. Su estilo es armonioso, con preferencia por los temas alegóricos y alejado del naturalismo. Su gusto por las líneas rítmicas, las formas sencillas y el color subjetivo son claves en su estilo. Fue alumno de Delacroix, Coutoure y Chassériau.

Fue un reconocido muralista, destacándose por su estilo monumental y el aire majestuoso de sus obras. Fue fundador de la Société Nationale des Beaux Arts con Rodin, Carrière y Meissonnier , auspiciando a nuevos artistas y tendencias.

Entre sus obras más destacadas se encuentran El pobre pescador (1881), El sueño (1883), El bosque sagrado (1887), Jóvenes al borde del mar (1887), Las musas inspiradoras aclamando al genio mensajero de la luz (1884-1887).

Odilon Redon, alumno de Stanislas Gorin y Henri Fantin-Latour e influenciado por la obra Edgar Allan Poe y la Baudelaire, además de por la mitología, la historia y la ciencia, especialmente por el materialismo científico.

Redon se destacó por su estilo onírico, imaginativo y fantástico en el que se combina la realidad y la ficción, lo consciente y lo inconsciente. Un artista que experimental que introducía en sus obras elementos extraños, sugerentes, provocadores, generando mucha controversia alrededor de su obra. Trabajo el dibujo al carboncillo y la litografía, siendo también un excelente colorista. Así, hasta 1890 trabajó exclusivamente en blanco y negro, para ir pasando de forma progresiva al color y a pinturas llenas de brillo. Tras su fase simbolista se volcó en la pintura de composiciones florales llenas de colorido.

Entre sus obras se destacan La araña sonriente (1881), Ojos cerrados (1890), El carro de Apolo (1908), La concha (1912), El cíclope (1914).

Rouault tuvo una trayectoria que arrancó con el simbolismo para pasar al fauvismo y el expresionismo. Su estilo se caracterizó por la luminosidad, su cromatismo y su gusto por escenas nocturnas. También se distingue por su gusto por incluir personajes marginales y grotescos, mostrando una gran emotividad. Así, Rouault muestra la parte más cruel, viciosa e hipócrita de la sociedad en la que vive, llegando para ello al feísmo y la provocación con temas como la prostitución.

Sus orígenes son pobres y comenzó en el arte como aprendiz de vidrieras, una experiencia que se nota en los contrastes cromáticos, la intensidad del color y el contorno en negro de las figuras. Su gusto por la joyería y la cultura medieval también se aprecia en muchas de sus obras. Algunas de sus grandes influencias fueron Van Gogh, Gustave Moreau y las obras literarias de Huysman y León Bloy.

Entre sus obras se destacan Camino del calvario (1891), La Santa Faz (1933), El rey viejo (1937), el ciclo «Miserere», expuesto en 1948.

Otros representantes del simbolismo en el arte fueron los artistas integrantes de la Escuela de Pont Aven, liderada por Paul Gauguin. Entre los que figuraron Émile Bernard, Charles Filiger, Louis Anquetin, Armand Seguin, Charles Laval, Émile Schuffenecker, Meijer de Haan, Henry Moret, y Cuno Amiet.

También influidos por esta escuela bretona, en 1890 surgió el grupo denominado Nabis. Un grupo que se inspiró en el cromatismo intenso de Gauguin y su estilo compositivo rítmico y expresivo. Entre sus miembros se encuentran Édouard Vuillard, Pierre Bonnard, Maurice Denis, Félix Vallotton y Paul Ranson, Henri-Gabriel Ibels, Ker-Xavier Roussel, Georges Lacombe, Mogens Ballin y Jan Verkade.

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