Características del género epistolar - Con ejemplos

Características del género epistolar - Con ejemplos

Los géneros literarios se dividen según el contenido y la estructura de la obra. Dentro de ellos encontramos géneros del tipo discursivo y, a la vez, dentro de este subgénero, las cartas son el insumo primordial del intercambio epistolar. En esta lección de unPROFESOR descubriremos cuáles son las características del género epistolar con ejemplos.

Qué es el género epistolar: el género literario de la carta

Según la RAE epistolar significa “carta o misiva que se escribe a alguien”. De igual modo, cuando resaltamos la etimología del término, del latín epistolaris, vemos que también nos remite a lo “relativo a la carta”, pues se construye con el término epístola que significa “carta” y el sufijo ar que significa “relativo a”.

Antes de adentrarnos en las características del género epistolar, entendamos un poco más su naturaleza. Cuando hablamos de este tipo de escritura estamos tratando la estructura, el contenido y la forma en la que se da un tipo de comunicación y producción a través del intercambio de cartas.

Se diferencia de la novela, la dramaturgia y la poesía en la medida en que implica una comunicación bidireccional. Mientras que estos otros tipos de narrativa son unilaterales, ya que el autor transmite la información al lector sin que este le pueda hacer una réplica, el sentido del género epistolar está en crear un intercambio intermitente. Es decir, aunque la carta se crea en la ausencia de uno de los dos interlocutores, se espera su respuesta y permite una comunicación a distancia.

Esta reciprocidad se logra, ya que ambas personas comparten un código, pueden tener tanto una relación pública como una relación privada donde se tratan temas íntimos y personales. Este sentido de las cartas determina su tipología. Por ejemplo, encontramos las cartas institucionales o gubernamentales que pertenecen a las entidades públicas; existen también las cartas de amor y declaración romántica; están las cartas políticas y filosóficas usadas antiguamente para que dos intelectuales intercambiaran ideas.

Este amplio abanico epistolar ha permitido que el género nos adentre en contextos históricos y sirva a los investigadores de las humanidades y las ciencias sociales para conocer la intimidad de figuras de otras épocas. A razón de ello las cartas se emplean para la realización de textos históricos. Gloria Hintze y María Antonia Zandanel señalan en su texto Algunas nociones sobre el género epistolar que, así como las autobiografías, los diarios íntimos o memorias, “revisar las cartas, estudiar sus respectivos contextos, como también afianzar otras escrituras del yo ´supone acercarse a uno de los ejes sobre los que se organiza el saber y el decir del momento histórico en el que se fraguan la individualidad y la sociedad´”.

Principales características del género epistolar

Pasemos ahora a destacar aquellos factores que resaltan dentro del intercambio de cartas como un género literario:

  1. Son textos producidos en primera persona, se transmiten de un “yo” a un “tú”.
  2. Permiten que se establezca una conversación escrita.
  3. Poseen un canal de comunicación muy concreto: la carta.
  4. El uso de la carta implica una estructura textual. Se inicia con un encabezado, luego se señalan los datos del destinatario, se redacta el cuerpo del mensaje, se despide y se firma por el autor. Alunas cartas incluyen un último apartado de posdata (PD).
  5. Utiliza un lenguaje práctico, coloquial y comprensible. Por lo tanto, usa un código compartido por una población determinada.
  6. Puede ser de carácter público o privado.
  7. Según el punto anterior puede ser de distintos tipos: carta formal, cartas oficiales, cartas abiertas, cartas de petición, cartas personales, entre otras.

3 ejemplos de género epistolar

Ahora que conocemos la definición y las características del género epistolar, veamos algunos ejemplos de cartas significativas en el historia.

La carta de la ironía de Groucho Marx

Queridos Warner Brothers.

Al parecer hay más de una forma de conquistar una ciudad y de mantenerla bajo el dominio propio. Por ejemplo, hasta el momento en que pensamos en hacer Una noche en Casablanca, no tenía ni idea de que dicha ciudad perteneciera exclusivamente a ustedes. Sin embargo, pocos días después de anunciar nuestra película recibimos su largo y ominoso documento legal en el que se nos conminaba a no utilizar el nombre de Casablanca. Parece ser que en 1471 Ferdinand Balboa Warner, su tatarabuelo, al buscar un atajo hasta la ciudad de Burbank, se tropezó con las costas de África y, levantando su bastón, las denominó Casablanca. Sencillamente, no comprendo su actitud. Aun cuando pensaran en la reposición de su película, estoy completamente seguro de que el aficionado medio al cine aprendería oportunamente a distinguir entre Ingrid Bergman y Harpo Marx. No sé si yo podría, pero desde luego me gustaría intentarlo.

Del poeta Pablo Neruda a Albertina Rosa

Pequeña, ayer debes haber recibido un periódico y en él un poema de la ausente (tú eres la ausente). ¿Te gustó, pequeña? ¿Te convences de que te recuerdo? En cambio, tú, en diez días, una carta. Yo, tendido en el pasto húmedo, en las tardes pienso en tu boina gris, en tus ojos que amo, en ti. Salgo a las cinco a vagar por las calles solas, por los campos vecinos. Sólo un amigo me acompaña, a veces.

He peleado con las numerosas novias que antes tenía, así es que estoy sólo como nunca, y estaría como nunca feliz si tú estuvieras conmigo. El ocho planté en el patio de mi casa un árbol, un aromo. Además traje de las quintas, pensando en ti, un narciso blanco, magnífico. Aquí, en las noches, se desata un viento terrible. Vivo solo en los altos y a veces me levanto a cerrar la ventana, a hacer callar a los perros. A esa hora estarás dormida (como en el tren) y abro una ventana para que el viento te traiga hasta aquí, sin despertarte, como yo te traía.

Además, elevaré mañana, en tu honor, un volantín de cuatro colores y lo dejaré irse al cielo de Lota Alto. Recibirás, querida, una de estas noches un largo mensaje a la hora en que la cruz del sur pasa por mi ventana. A veces, hoy, me da una angustia de que no estés conmigo. De que no puedas estar conmigo, siempre.

Largos besos de tu Pablo

Carta de Ernest Hemingway

Mi querido pepinillo,

Salgo en el barco con Paxthe, Don Andrés y Gregorio y estoy afuera todo el día. Luego regreso con la certeza de que habrá una carta o varias. Y tal vez las haya. Si no hay, estaré triste y esperaré hasta la mañana siguiente. Pensaré que no habrá nada hasta la noche.

Escríbeme pepinillo, si fuera un trabajo que tienes que hacer lo harías. Es muy duro estar aquí sin ti y lo estoy haciendo pero te extraño tanto que podría morir. Si algo te pasara moriría de la misma forma que un animal muere en el zoológico si algo le pasa a su pareja.

Mucho amor, mi querida Mary. Debes saber que no estoy siendo impaciente, estoy simplemente desesperado

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Bibliografía
  • Agulló, C. (s.f.). El género epistolar: de las “cartas filológicas” del Murciano Francisco Cascales al correo electrónico. España: Centro Virtual Cervantes.
  • Hintze, G. Zandanel, M. (2012). Algunas nociones sobre el género epistolar a propósito de las cartas de Francisco Romero. Argentina: CUYO.
  • Memoria chilena. (s.f.). Género epistolar. Chile: Biblioteca Nacional de Chile.