La Corona de Aragón - Historia resumida
En el origen de la creación de la Corona de España está la convergencia de los dos reinos principales existentes en la península en el siglo XV: Castilla y Aragón. Esta última corona tiene su germen más de cuatrocientos años antes cuando Ramiro I transforma Aragón en reino.
A continuación, en esta lección de unPROFESOR.com vamos estudiar la historia resumida de la Corona de Aragón para que conozcas con más detalle este momento histórico en la conformación de nuestro país.
La formación de la Corona de Aragón
Los orígenes de la Corona de Aragón se remontan al siglo XI, cuando Ramiro I (1035-1063) inicia la transformación de Aragón de condado a reino. Posteriormente, en el siglo XII, la situación de la península dibujaba un escenario de inicio de debilidad musulmana frente a la consolidación de los grandes reinos cristianos. Es el caso de la Corona de Aragón, que se reforzó uniéndose con la casa condal de Barcelona, por el matrimonio de Petronila y Ramón Berenguer IV.
Su hijo, Alfonso II (1164-1196), encarnará el nacimiento de la Corona de Aragón como gran reino, aunque esto no dio lugar a la fusión total de los dos territorios, ya que siguieron existiendo fronteras y una cierta autonomía.
Consolidación del reino
Continuamos con nuestra historia resumida de la Corona de Aragón hablando, ahora, de la época de consolidación. En el siglo XIII es cuando se consolida la corona aragonesa con el largo reinado de Jaime I el Conquistador (1213-1276).
Es un periodo de malestar con la nobleza, que el rey aplacará, y también de una importante expansión territorial. Se conquistarán las Baleares, que posteriormente servirán de base para la expansión por el Mediterráneo, y el reino musulmán de Valencia. Si la conquista de Mallorca fue obra básicamente catalana, el peso más importante de la expansión por Valencia lo sustentaron la nobleza aragonesa y los consejos del bajo Aragón, en una empresa que llevó más de trece años.
Menos suerte tendrá Jaime I con sus derechos sobre el sur de Francia, en la Provenza y el Languedoc, ya que a través de un acuerdo con el rey francés este renunciará a sus reivindicaciones sobre Cataluña tras hacer lo propio los aragoneses con las suyas sobre esta parte del país galo. Por lo tanto, la expansión aragonesa por tierra finalizaba, quedando solo las incursiones por mar, comenzando la gran expansión catalano-aragonesa por el Mediterráneo.
Tras la muerte de Jaime I, su testamento divide el reino entre sus dos hijos: Aragón queda en poder de Pedro III (1276-1285) y el reino de Mallorca y los dominios ultrapirenaicos (Cerdaña, Rosellón y Montpellier), en manos del infante Jaime, que los poseerá en concepto de feudo del reino de Aragón.
Expansión mediterránea
Pedro III continuará la expansión por el Mediterráneo iniciada por su padre, que usó como gran apoyo para la actividad comercial los consulados del mar, llevando a cabo un implemento de la acción política y militar. En primer término, conquistó Sicilia con el apoyo de la flota catalana, dirigida por el napolitano Roger de Lauria. Este hecho provocó la enemistad con el papado, que excomulgó a Pedro III, y una invasión francesa que no fructificó.
Esta situación de crisis también dio lugar a una rebelión de la nobleza aragonesa en busca de mayor poder, con el resultado de un recorte de la autoridad del rey. Por esta razón, a partir de ahora los monarcas tendrán que jurar los fueros y libertades del reino de Aragón.
El primer monarca aragonés que llevará a cabo este juramento será el sucesor de Pedro III, Alfonso III (1285-1291), cuyo reinado vendrá marcado por el retorno del reino de Mallorca a la corona, en detrimento de su tío Jaime, y la conquista a los musulmanes de la isla de Menorca. Lo sucede su hermano, Jaime II (1291-1327) que continúa la expansión mediterránea logrando los ducados griegos de Atenas y Neopatria y ocupando la isla de Cerdeña, lo que generará una gran rivalidad con Génova.
Con Pedro IV (1336-1387) se produce la época de máxima expansión aragonesa y también en una segunda fase un comienzo de recesión tras el azote de la peste negra. Dos son los acontecimientos que definen la primera parte de sus reinado: por una parte la restitución de la unidad de los reinos creados y disociados en la primera centuria del siglo (Rosellón, la Cerdaña, Baleares, Sicilia...) y, por otra, el refuerzo de la autoridad real frente a la nobleza, tras ser vencida en la batalla de Épila (1348).
Durante el reinado de Pedro IV, la Corona de Aragón entrará en conflicto con la Castilla de Pedro I el Cruel, en la denominada ‘Guerra de los dos Pedros’. La alianza entre castellanos y genoveses fue el detonante de la disputa, que en un primer momento se decantó en favor de Castilla, aunque finalmente terminó con la muerte de Pedro I y la llegada al trono castellano de la dinastía Trastámara.
Con el gobierno de Martín I (1396-1410) se inicia una fase de crisis en el reino, con problemas económicos y el resquebrajamiento de la unidad del imperio mediterráneo. Su muerte sin descendencia abrirá el trono aragonés a una nueva dinastía.
La Casa de Trastámara y la unificación peninsular
Y terminamos esta lección sobre la historia resumida de la Corona de Aragón hablando de los candidatos a ocupar el trono de la Corona de Aragón que fueron el Infante Fernando de Castilla, nieto de Pedro IV de Aragón y hermano de Enrique III de Castilla, y Jaime, conde de Urgel, sobrino segundo de Pedro IV y cuñado de Martín I de Aragón.
El pleito dinástico se resolvió a través del Compromiso de Calpe (1412), con el que se solucionó el problema sin llegar a las armas, resultando elegido el infante Fernando. Este inicia la dinastía Trastámara -la misma que reinaba en Castilla- en Aragón como Fernando I (1412-1416).
El nuevo rey es mal recibido en Cataluña, que estaba del lado del conde de Urgel. En su corto reinado, el monarca tendrá que defender su posición frente a los ataques del noble catalán hasta que este es derrotado y encarcelado. Fernando I morirá poco después, sucediéndole su hijo Alfonso V (1416-1458), que pasó gran parte de su reinado guerreando en Italia hasta incorporar Nápoles a la Corona de Aragón.
El monarca aragonés se estableció en esta ciudad italiana, donde creó una de las cortes renacentistas más importantes de la época. Tras la muerte de Alfonso, Nápoles volverá a separarse de Aragón, al haber declarado el rey como heredero a Ferrante, uno de sus hijos ilegítimos. Los conflictos bélicos en Italia marcarán el devenir de la Corona de Aragón hasta prácticamente la época de los Reyes Católicos.
El sucesor de Alfonso V, su hermano Juan II (1458-1479), era rey consorte de Navarra, por su enlace con Blanca de Navarra. Su reinado se distinguirá por los enfrentamientos con su hijo Carlos, príncipe de Viana, al que tendrá que ceder el control de Cataluña. La muerte de Carlos desembocará en una guerra civil en Cataluña durante doce años, que terminará con un acuerdo en el que el rey acepta respetar los fueros y privilegios de Cataluña. A la muerte de Juan II, la Corona de Navarra pasa a su hija Leonor y la de Aragón, a su hijo Fernando.
Fernando II (1479-1516) había contraído matrimonio diez años antes con Isabel de Castilla, que accedió al trono castellano en 1474 tras la muerte de su hermano Enrique IV. De esta forma fructificará con los Reyes Católicos la unidad de los dos reinos peninsulares. Son los conocidos como los Reyes Católicos.
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