¿Qué es un verso endecasílabo? Definición y ejemplos

Los versos endecasílabos son aquellos que contienen once sílabas exactas. Ni más, ni menos. Además, hay que añadir que la décima sílaba de estos versos tiene que ser, de forma obligatoria, tónica. Por tanto, debe estar acentuada.

En un principio puede parecer complejo identificar versos endecasílabos. Pero con el paso del tiempo comprobarás que es mucho más sencillo de lo que piensas y no te costará nada analizar estos tipos de versos de once sílabas exactas.

Imagen: Littera

Este verso de once sílabas fue introducido a España por Garcilaso de la Vega. El poeta toledano lo introdujo durante la época del Renacimiento, desde Italia hasta España. A partir de ahí, fueron muchos los poetas españoles que decidieron seguir al poeta y utilizar este tipo de métrica en sus versos.

El endecasílabo es un verso que llama la atención por su longitud, pero se ha usado tanto que muchos poetas han realizado versos endecasílabos imposibles para estar a la altura. No obstante, el hecho de usar el endecasílabo de forma tan frecuente hizo que el endecasílabo perdiera frescura.

Dos de los poetas más famosos de la Historia de la Literatura, hicieron un gran uso del endecasílabo. Estos son Góngora y Quevedo. Usaron esta estructura para realizar una batalla poética y literaria que mantuvieron durante un tiempo, dedicándose poemas el uno al otro de forma burlona.

Pero, ¿Para qué usamos los versos endecasílabos? Se suele usar para dar a un poema una estructura rítmica muy marcada y conseguir así no aburrir al lector. Al estar compuesta de once sílabas, el autor del poema tiene un margen mayor para realizar diferentes composiciones y jugar con dónde cae las sílabas tónicas. Así, si quiere, puede acelerar o ralentizar la lectura del poema. El resultado que proporciona el endecasílabo es inigualable.

Asimismo, el verso de once sílabas, el endecasílabo, es bastante fácil de recordar, por lo que también se suele usar para la literatura oral, es decir, para memorizar aquellos poemas que deben de ser recitados en voz alta en un teatro, por ejemplo.

Imagen: SlidePlayer

Dentro de los endecasílabos podemos encontrar muchos tipos. La única característica común entre todos ellos es que la décima sílaba debe ser tónica. El resto de sílabas puede variar en función de lo que busque el poeta. Vamos a ver los tipos de endecasílabos más importantes:

• Enfático: golpe de voz en las sílabas 1, 6 y 10. Ejemplo de Garcilaso de la Vega: Hiedra que por los árboles caminas
• Heroico: golpe de voz en las sílabas 2, 6 y 10. Ejemplo de Jorge Guillén: Mi ser es mi vivir acumulado
• Melódicos: golpe de voz en las sílabas 3, 6 y 10. Ejemplo de Bécquer: Volverán las oscuras golondrinas
• Sáficos: golpe de voz en las sílabas 4, 8 y 10: Ejemplo de Góngora: que los claveles que tronchó la aurora
• Dactílicos: golpe de voz en las sílabas 4, 7 y 10. Ejemplo de José Hierro: por el dolor que nos tiene cautivos

Cabe destacar que estos son los ejemplos más comunes dentro de los tipos de endecasílabos, pero que también podemos encontrar ciertas variaciones en cuanto al golpe de voz. De esta forma, cada uno de los tipos de endecasílabos antes nombrados tienen una forma pura, que es la que hemos visto, y otras distintas formas de menor uso, pero no menor con importancia.

A lo largo de la historia de la literatura, son muchos los autores que han decidido incorporar el endecasílabo a su obra. Para ello, los poetas han creado sonetos, una estructura que está marcada por el verso de once sílabas, compuestos por dos cuarteros y dos tercetos, es decir, dos estrofas con cuatro versos cada una y otras dos estrofas con tres versos cada una. Todos, por supuesto, son endecasílabos.

Soneto de Federico García Lorca, Quiero llorar mi pena y te lo digo...

Quiero llorar mi pena y te lo digo

para que tú me quieras y me llores

en un anochecer de ruiseñores,

con un puñal, con besos y contigo.

 

Quiero matar al único testigo

para el asesinato de mis flores

y convertir mi llanto y mis sudores

en eterno montón de duro trigo.

 

Que no se acabe nunca la madeja

del te quiero me quieres, siempre ardida

con decrépito sol y luna vieja.

 

Que lo que no me des y no te pida

será para la muerte, que no deja

ni sombra por la carne estremecida.

En este caso, podemos comprobar que los versos de este poema del poeta granadino son de once sílabas y, por tanto, endecasílabos.

A continuación vamos a conocer algunos ejemplos de versos endecasílabos que hemos podido leer a lo largo de la historia:

• ¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?, de Lope de Vega
• Besas como si fueses a comerme, de Blas de Otero
• Yo soy esa mujer que vive alerta, de Alfonsina Storni
• Tú nunca entenderás lo que te quiero, de Federico García Lorca
• Ya me voy y tu promesa llevo, de Antonio Gala
• Yo no sé si eres muerte o eres vida, de Dámaso Alonso
• Fabricaré en mi sombra, la alborada, de Juan Ramón Jiménez
• Dulce soñar y dulce congojarme, de Juan Boscán
• Desmayarse, atreverse, estar furioso, de Lope de Vega
• Cerrar podrá mis ojos la postrera, de Francisco de Quevedo
• ¿Estoy despierto? Dime. Tú que sabes, de José García Nieto
• ¡Oh piernas como dos celestes ríos, de Rafael Alberti
• El mar, lleno de urgencias masculinas, de Leopoldo Lugones

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