Rembrandt y el autorretrato

Entre las principales características del autorretrato en Rembrandt podemos destacar:

• Los retratos no sólo capturan su apariencia física, también nos revelan su estado emocional, Los autorretratos nos muestran el proceso de madurez y envejecimiento del pintor, siendo cada vez más expresivos e introspectivos.
• Los primeros autorretratos de Rembrandt también se caracterizan por el uso de una paleta de colores brillantes y una técnica minuciosa, mientras que en su edad madura, y debido a sus problemas financieros y personales, el pintor se decanta por una paleta más oscura y profunda, además de usar pinceladas sueltas e introducir efectos de luz y sombras como forma de resaltar las expresiones y las arrugas del rostro.
• Esta serie de autorretratos de Rembrandt reflejan tanto de la habilidad técnica del pintor como de su evolución personal y artística, además de ofrecernos una profunda exploración de la condición humana.

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Entre los autorretratos más conocidos de Rembrandt se destaca “El pintor en su estudio” (1626-1628). Este es el primer autorretrato de Rembrandt y es un óleo sobre lienzo que presenta unas dimensiones de 25,5 x 32 centímetros y que en la actualidad se conserva en el Museo de Bellas Artes de Boston (EEUU). En el cuadro nos muestra su pequeño y austero estudio, aunque él se presenta a sí mismo elegantemente vestido para que sepamos que ya no es un aprendiz y estamos ante su estudio de pintura.

Un espacio que pinta con todo lujo de detalles, dejándonos ver los desconchones de las paredes, la humedad de las mismas, etcétera. En un primer plano se ve un caballete del artista, entonces de 20 años de edad, y recoge justo el momento en el que él se aleja unos pasos del mismo y, con el pincel en la mano, repasa su obra para hacer cambios. Un cuadro lleno del efectismo propio del Barroco y en el que Rembrandt se muestra muy detallista.

Rembrandt fue su propio modelo para el estudio de las expresiones faciales y los efectos de luces y sombras. Se trata de un pequeño oleo sobre tabla, con unas dimensiones. 22´5 x 18´6 cm. En la actualidad se exhibe en el Rijksmuseum.

El pintor se retrata como un hombre joven, tiene 22 años, y nos muestra una gran seguridad en si mismo al situarse en zona de sombra contra una pared luminosa cuando solía ser al revés, mucha luz contra un fondo oscuro. Así, solo es posible ver una parte del rostro iluminado, constituyendo un auténtico ejercicio sobre la luz y las sombras.

Rembrandt gustaba de vestirse de manera elegante y, aunque no estuvo en la guerra, en este autorretrato aparece vestido con una pequeña gola metálica de la que sobresale el cuello de la camisa. El cabello cuidado y su mirada seria, segura e inteligente nos habla de un artista ya con cierto nombre y acomodado.

El pintor recurre a una paleta oscura en la que se destaca el blanco de la comida y el toque rojizo de la boca. Un cuadro en el que emplea el claroscuro al estilo de Caravaggio y las pinceladas gruesas típicas de su estilo. Estamos ante un aguafuerte curioso por la expresión divertida y asombrada de Rembrandt y que coincide con los primeros éxitos como pintor tras su formación en Ámsterdam con Pieter Lastman (1583 – 1633) pintor neerlandés barroco.

Un aguafuerte que encaja dentro de los estudios de expresiones humanas y el movimiento que el pintor llevaba a cabo retratándose a sí mismo.

Rembrandt aparece aquí en un excelente momento de su vida. Su situación social ha mejorado, se ha casado con su Saskia Uylenburg (Leeuwarden, 1612-Ámsterdam, 1642), su primera esposa y está feliz como ya dejase ver en otros autorretratos previos, uno de ellos con la propia Saskia como coprotagonista.

El pintor se viste de manera elegante y aparece apoyando su brazo en un muro y mirando de manera desafiante al espectador. Una pose típica de los retratos renacentistas y que recuerda al retrato de Rafael realizado por Casteglione.

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Este autorretrato es unaguafuerte en el que Rembrandt se retrata con la mirada seria y trabajando. Está sentado junto a una ventana y se dispone a escribir o dibujar sobre unos papeles. En este momento de su vida, el pintor ya ha perdido a Saskia, fallecida en 1642 tras dar a luz a su hijo Titus. Rembrandt quedó conmocionado por su pérdida y a partir de entonces comenzó una vida un tanto convulsa tanto por las deudas como por su vida amorosa.

En este autorretrato, Rembrandt nos presenta una escena invadida por un fuerte contraste entre la luz que entra por la ventana y las sombras de taller.

Este es uno de los últimos autorretratos de Rembrandt y se presenta ante el espectador de forma realista, sin disimular ningún rasgo de su rostro: ni las arrugas, ni sus ojeras o su figura ya con cierta obesidad. El pintor nos deja el testimonio de un hombre cansado y castigado por las deudas y las pérdidas en su vida y nos mira fijamente para presentar lo único que le queda: sus herramientas de trabajo y su talento.

Este autorretrato es conocido por los círculos que hay detrás de su figura, se supone dos mapamundis, elementos decorativos muy presentes en las casas de los holandeses. El pintor emplea una pincelada muy suelta, dejando algunos detalles solamente presentados, inacabados.

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