Descendimiento de Cristo de Rubens: análisis

En “El Descendimiento”, Rubens captura el momento en el que el cuerpo de Cristo es bajado de la cruz. La composición está diseñada con detalle para que la atención del espectador se dirija a lo largo del lienzo, empezando por la figura central de Jesucristo, cuyo cuerpo muerto está siendo sostenido y descendido con sumo cuidado y reverencia por varios personajes bíblicos.

Entre el grupo de personas que están presentes en la escena se encuentran la Virgen María, San Juan y María Magdalena, personajes que muestran dolor y tristeza en sus rostros, intensificando así la carga emocional de la escena.

“El Descendimiento” representa un momento icónico y lleno de significado y simbolismo dentro de la narrativa cristiana, pero también es un claro ejemplo del genio de Rubens. Un artista capaz de fusionar lo espiritual y lo humano, invitando al espectador a reflexionar sobre el sufrimiento y la redención.

“El Descendimiento” es una obra que destaca tanto por su maestría técnica como por la intensidad emocional y espiritual que emana. Rubens logra combinar en esta pintura el realismo y dramatismo del momento del descendimiento del cuerpo inerte de Cristo con una intensidad conmovedora.

La composición de la obra es excelente. Así, Rubens convierte el cuerpo de Cristo en un punto focal dentro del cuadro, representado con un crudo realismo y muy detallado. El cuerpo se dispone en una diagonal descendente que va guiando la mirada del espectador.

Esta disposición está llena de simbolismo y nos muestra la caída de Cristo desde la vida a la muerte. Los personajes que rodean a Cristo nos transmiten una profunda tristeza y devoción, reforzando el impacto emocional de la escena.

El uso del claroscuro, con un marcado contraste entre las luces y las sombras, añade un dramatismo adicional a la escena, consiguiendo resaltar así todas las figuras y creando una atmósfera cargada de solemnidad y reverencia. Los colores son ricos y Rubens atiende al más mínimo detalle en los tejidos y texturas demostrando su extraordinaria habilidad y dominio de la luz y el color.

El Descendimiento de Cristo o de la cruz es un óleo pintado hacia el año 1612, se estima que entre 1611 y 1614. Se conserva en la Catedral de Amberes, en Bélgica y forma parte de un tríptico en el que también se representan la Visitación de la Virgen y la Presentación de Jesús en el Templo.

Un óleo sobre tabla que tiene unas dimensiones de 420 x 310 cm, panel central y 410 x 150 cm las laterales, y se considera pertenece al Barroco flamenco.

El tema es religioso y representa uno de los momentos más dramáticos de la muerte de Jesucristo: el descendimiento de la Cruz.

La obra se divide de la siguiente manera:

• En el panel de la izquierda se representa el episodio de la Visitación, momento de la visita de Isabel, prima de María, a María.
• En la de la derecha se presenta a Cristo recién nacido, mientras en el central se nos muestra el momento del descendimiento.
• Al cerrar el tríptico podemos admirar la imagen de San Cristóbal llevando al Niño a la otra orilla del un río, mostrando una antigua leyenda medieval.

Un planteamiento lleno de dramatismo al presentarnos dos momentos de los comienzos de la vida de Jesucristo y su triste y duro final.

El Descendimiento nos muestra a Cristo siendo desenclavado y bajado lentamente de la cruz, con mucho cuidado. El cuerpo es sostenido por Nicodemo y por San Juan, a la izquierda María Magdalena y María Cleofás están arrodilladas y sosteniendo Magdalena el pie de Jesús.

También Rubens retrata a José de Arimatea con barba, junto a una afligida Virgen María. Un personaje que, y a diferencia de la tradicional representación de la Virgen desmayada de los cuadros italianos y flamencos, ubica al pie de a cruz, tal y como se recoge en los Evangelios. En lo alto de la cruz aparecen otros dos personajes en escorzo. El fondo es un paisaje crepuscular.

Imagen: Wikiart

Esta obra de Rubens fue un encargo de la cofradía de arcabuceros, cuyo patrón era San Cristóbal, para adornar su capilla de la catedral de Amberes.

El pintor recibió el encargo el 7 de septiembre de 1611 y se le pidió que representase algunos episodios de la vida de Jesús, concretamente un tríptico en el que el descendimiento ocuparía el panel central. Uno de sus promotores fue Nicolás Rockox, cofrade que aparece representado entre el grupo de asistente a la Presentación al templo.

El tema también está relacionado con la propia historia del patrón del gremio. Así, San Cristóbal es uno de los personajes que porta a Cristo y se le representa tanto en la escena de las puertas exteriores del tríptico, evocándole también en la Visitación y en la Presentación.

La composición tiene en la diagonal su principal recurso para organizar el espacio. Unas pequeñas dimensiones en las que se organiza una escena en la que el cuerpo de Cristo y a tela de lino blanco constituyen una de las principales diagonales. Un grupo que contrata con el rojo de la túnica de San Juan y con la escalera. Otras diagonales vienen marcadas por brazos y piernas, al tiempo que los escorzos y las curvas de los cuerpos aportan dinamismo a la composición.

Por otra parte, Rubens imprime solidez y robustez a la pintura al tratar los cuerpos al estilo de la escultura clásica, recordando las obras de Miguel Ángel, especialmente el Laocoonte. También destaca el detallismo típico de la pintura flamenca. La iluminación tiene influencia de Caravaggio creando claroscuros y potenciando el patetismo y la tensión compositiva.

Por último, el color también se utiliza para generar contrastes para producir drama. Así, Rubens emplea los colores primarios como el rojo, el azul, verde, además de colores secundarios como el naranja, el violeta, además del gris y tonos pardos. Los colores son fríos en la zona oscura y cálidos en el área iluminada, contrastando el blanco de la túnica con el rojo intenso de la ropa de San Juan.

La luz destaca el cuerpo de Jesucristo, los tonos blancos y pálidos de su piel, mientras el resto de los personajes quedan en penumbra, iluminándose los rostros gracias a la luz que parece emanar del cuerpo del crucificado.

Los recursos para imprimir movimiento son las líneas, los gestos y las expresiones, además del claroscuro. Unos recursos que tratan de conmover al espectador en línea con las ideas de la Contrarreforma.

El tema central del cuadro es el descenso del cuerpo de Cristo de la cruz, un momento clave y lleno de simbolismo dentro de los textos bíblicos. Un episodio emblemático dentro del cristianismo al simbolizar el sacrificio supremo de Jesús por la redención de la humanidad y su triunfo sobre la muerte.

Rubens nos ofrece el momento último de la crucifixión, cuando el cuerpo inerte de Jesucristo es bajado cuidadosamente por José de Arimatea, Nicodemo y otros fieles seguidores del profeta. La escena tiene una intensa carga emocional, reflejada en las expresiones de dolor, devoción y tristeza de los personajes que rodean a Jesús.

La Virgen María aparece representada con un rostro de profunda tristeza, resaltando el sufrimiento de una madre ante la muerte de su hijo, un dolor universal que aúna a mujeres de todo clase y condición y ante el que no hay consuelo. Rubens nos transmite ese tortuoso duelo que afronta la Virgen y que resalta la humanidad de la situación. Una humanidad que también aparece reflejada al mostrarnos el cuerpo vulnerable y mortal de Jesús, enfatizando así la dualidad de su naturaleza divina y humana.

Por último, también la obra es una reflexión sobre el sacrificio, la compasión y la esperanza en la resurrección. Unos temas que se encuadran dentro del gusto del Barroco por la conexión entre lo divino y lo terrenal.

“El Descendimiento de la Cruz” de Rubens está considerada una obra maestra del arte barroco. Un cuadro realizado por el pintor para la Catedral de Nuestra Señora de Amberes y que forma parte de un tríptico en el que se narran diferentes momentos de la Pasión de Cristo, siendo éste la pieza central.

Una obra barroca que se caracteriza por su dinamismo, su dramatismo emocional y su realismo detallado. Para conseguir este efecto, Rubens recurre a una composición diagonal que guía la mirada del espectador del cuerpo inerte de Cristo a los distintos personajes que lo rodean. El uso del claroscuro, con fuertes contrastes de luces y sombras, típico del Barroco, también añaden profundidad y dramatismo, destacando las figuras y creando una sensación de volumen y movimiento.

La obra es un ejemplo de pintura religiosa, un género que busca inspirar devoción y reflexión espiritual en el espectador. Rubens logró plasmar esto mediante la intensa expresión emocional de los personajes y una representación realista del padecimiento de Cristo. La riqueza de color y la atención al detalle subrayan la magnificencia visual de toda la obra.

“El descendimiento de la Cruz” de Rubens es una obra creada entre los años 1612 y 1614, un momento clave dentro de la carrera del pintor. Un período que coincide con el regreso de Rubens a Amberes, su localidad natal, tras haber pasado varios años en Italia, país donde estudió las obras de maestros renacentistas y barrocos de la talla de Tiziano, Caravaggio y Miguel Ángel. La influencia de estos artistas se evidencia tanto en la técnica como en el estilo cargado de dramatismo que emplea Rubens en la obra.

La obra fue un encargo de la cofradía de arcabuceros para la Catedral de Nuestra Señora de Amberes y forma parte de un monumental tríptico en el que se incluye “La elevación de la Cruz” y “La Resurrección de Cristo”. Este encargo permitió a Rubens ofrecer una muestra de su maestría, consolidándose así como uno de los principales pintores de su tiempo.

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