Pintores impresionistas españoles importantes

El Impresionismo es uno de los movimientos artísticos más influyentes y revolucionarios de la historia del arte, si bien en España se vivió de forma distinta a cómo se hizo en Francia, sin llegar a surgir un grupo consolidado de artistas que favoreciesen el establecimiento y consolidación de la tendencia artística en el país. Forma parte de las vanguardias artísticas y estaba orientado en encontrar otros medios de expresión.

Aunque algunos se quedaron a vivir y trabajar en Francia, otros trajeron el estilo a España convirtiéndose en grandes figuras como es el caso de Joaquín Sorolla, pintor que llegó a recibir el título de “Maestro de la Luz”.

Pinazo, nacido en Valencia en el año 1849, adoptó un estilo impresionista que se destaca por sus pinceladas sueltas y colores brillantes, dejando temas más academicistas como los históricos, concentrándose en reflejar escenas familiares, escenas de vida cotidiana, además de desnudos femeninos.

Pinazo se formó en la Academia de Bellas Artes de San Carlos y en Roma, ciudad en la que vivió desde 1876 a 1881. Desde 1884 a 1886 fue profesor en la Academia de Valencia teniendo entre sus alumnos a Joaquín Sorolla.

Joaquín Sorolla es una de las grandes figuras de la pintura contemporánea española. Nació en 1863 en Valencia, Sorolla entró a estudiar en la Academia de Bellas Artes de San Carlos en 1878. Al año siguiente abrió su propio estudio, dedicándose a colorear fotografías para un fotógrafo y un pintor.

En 1881 se desplazó a Madrid para estudiar el estilo de los grandes maestros expuestos en el Museo del Prado, quedándose muy impresionado por el estilo de Velázquez. Después continúo formándose en Roma, siendo durante su estancia en París, en el verano de 1885, cuando se vio profundamente influenciado por el Impresionismo, movimiento que ya estaba en su apogeo en aquellos años, además de por el trabajo de Bastien-Lepage, pintor naturalista francés, el de Adolf von Menzel, figura del realismo alemán, el de John Singer Sargent, naturalista estadounidense, y por Anders Zorn, naturalista sueco.

Esas influencias despiertan en Sorolla el deseo de poder captura cada instante, lo fugaz, empleando para ello recursos similares a los impresionistas, pero inspirándose en los paisajes de las costas mediterráneas, cuya luz supo plasmar magistralmente. Su gusto por el pintar al aire libre, la importancia de la luz y lo fugaz, el uso de las pinceladas sueltas, pequeñas e independientes y no utilizar contornos son algunas de las características heredadas del Impresionismo. Esta influencia es palpable en obras como Los guitarristas, de la serie Costumbres valencianas, pintadas en el año 1889.

Se pueden encontrar similitudes en algunos cuadros suyos con cuadros de Renoir, cuadros en los que se recrea un ambiente festivo y alegre, la diferencia con los impresionistas reside en que Sorolla introduce elementos costumbristas que recrean el entorno, especialmente figuras populares. Así, mientras en técnica mantiene la preponderancia de la luz y el color, en temática se inclinó hacia el costumbrismo y el realismo y la denuncia social como se patentiza en obras como Otra Margarita (1892), Trata de blancas (1894) o Aún dicen que el pescado es caro (1895).

Otro de los pintores impresionistas españoles importantes es Aureliano Beruete. Un pintor madrileño perteneciente a una familia acomodada, fue abogado, diputado y pintor, siendo un hombre de gran cultura, coleccionista y crítico de arte. Tuvo como maestro a Carlos de Haes, adquiriendo su hábito de pintar al aire libre.

Tras sus viajes por Europa y América y estudiar en la Escuela de Barbizon de París, Beruete incorporó la técnica impresionista a sus paisajes, optando por una pincelada suelta y fluida, una paleta en la que predominan los colores terrosos y composiciones llenas de luz, con una visión positivista del paisaje. Así, en sus paisajes suma el interés geográfico y científico con la idealización poética del mismo. Madrid, Toledo y la Sierra de Guadarrama son algunos de los lugares elegidos por Beruete como protagonistas de sus cuadros, dignificando el paisaje castellano.

Entre sus obras se destacan: Vista de la Vega Baja desde el Cambrón y Vista del Guadarrama.

Adolfo Guiard fue uno de los primeros pintores de su generación que acudió a París (1878-1886) a estudiar pintura, contactando con Degas, de quien aprendió el uso de la gama de colores, contrastes, enfoques y perspectivas típicas de los impresionistas.

Así, Guiard empleó una paleta clara, pintando al aire libre e interesándose por temas como el paisaje y el mundo rural vizcaíno. Un toque costumbrista en las temáticas que ya había aprendido de sus maestros con anterioridad a su viaje a París. Así, Guiard tuvo como maestros a Lecuona en Bilbao y a Martí Alsina en Barcelona.

Entre sus obras más destacadas se encuentran El cho (1887) y La aldeanita del clavel rojo (1903), dos obras de dibujo delicado y tierno y en el que dos figuras infantiles son las protagonistas.

Terminamos con un repaso a otros pintores impresionistas que también merece la pena conocer. Son los siguientes:

Anselmo Guinea Ugalde (1854-1906)

También bilbaíno, Guinea era ya un artista con un estilo consolidado y más académico, pero, y tras su contacto a finales de la década con el pintor Adolfo Guiard, adoptó algunos de los postulados impresionistas. A finales del siglo XIX viajó a París conociendo de primera mano el impresionismo, el puntillismo y el modernismo y adoptando una paleta más luminosa. Algunas pinturas de su etapa impresionista son: Gente, Puente de Roma e Idilio en Arratia.

José Salís Camino (1863-1927)

Este pintor cántabro está considerado como uno de los pintores impresionistas más puros. Un pintor de paleta clara, luminosa, pincelada rápida y temática inspirada en la realidad.

Darío de Regoyos (1857-1913)

Darío de Regoyos fue también discípulo de Haes, estudiando en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Regoyos también contactó con Degas, además de con Monet, Pisarro y Signac y conociendo las nuevas técnicas impresionistas. La búsqueda de la luz y nuevas temáticas le llevará a buscar escenarios en tierras castellanas. Aunque fue básicamente paisajista, siempre introdujo la figura humana en sus composiciones. Entre sus obras se destacan Claro de luna, Viento del Sur, Tempestad en el Pirineo, Capilla Real de Granada o Castillo de Mota.

Santiago Rusiñol Prats (1861-1931)

Tras formarse en París y pintar rincones de París siguiendo la estética impresionista, Ruiseñol se dedicó a pintar paisajes, especialmente jardines, en los que predominaba una paleta rica en color y más empastada. Entre sus obras más destacadas se encuentran Vistas de Montmartre en invierno, El café de Montmartre, Jardín de Aranjuez o Muralla verde. Ruiseñol será con el tiempo uno de los precursores y grandes figuras del Modernismo catalán.

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